No puedo ser tu amigo le dice Pablo Salazar a Juan Sabines, ambos exgobernadores de Chiapas.
Juan:
Celebro que en el último tramo de tu administración hayamos alcanzado,
al fin, una coincidencia: cerrar de una vez por todas el capítulo de la
confrontación que nos enfrentó durante tu gobierno.
Esta decisión
traerá sosiego a más de 54 familias que desde junio del año pasado lo
perdieron. Me queda claro que en toda negociación, ni las ganancias ni
las pérdidas pertenecen a una sola de las partes.
En este caso, si
bien es cierto que la justicia federal consideró tanto mi inocencia como
la de mis compañeros en los procesos emblemáticos, también es cierto
que la llamada “mesa de reconciliación” hizo su parte para abonar a la
solución definitiva. En mi experiencia como coadyuvante del diálogo
celebrado entre el gobierno federal y el EZLN, los zapatistas me
enseñaron una fórmula inteligente: “aunque hayan pérdidas en la
negociación, hagamos todo para aparecer como ganadores”, nos decían.
Esta pauta merece aplicarse al caso. ¿Que tengo agravios?, ¡ por
supuesto!, y muchos; ¿que mi imagen fue lastimada?, claro que lo fue;
¿que el daño alcanzó también a mi familia?, es público. Sin embargo, y a
pesar de ello, por el fin de cientos de personas bajo sufrimiento, he
decidido dar vuelta a esta página y poner punto final.
Lo hago sin
rencores ni apetito de venganza o revancha. Mi fortaleza espiritual me
ha permitido sanar de esas heridas. Por eso escribo esta carta para
darte la seguridad de que no habrá desquite. Renuncio -y en ello empeño
mi palabra y mi honor- a cualquier legítimo derecho que me asista para
acudir a los tribunales a exigir reparación de daños.
No lo haré, te
lo afirmo y te lo firmo. Sólo te pido que consideres a mis compañeros
que perdieron mucho. Quédate con la tranquilidad de que no invertiré mi
energía en litigios contra el pasado. Cerrados mis expedientes, ¿qué te
ofrezco y qué no? Ofrecerte que seremos amigos sería un acto de
aborrecible hipocresía que no estoy dispuesto a cometer. Te ofrezco, eso
sí, que no seré tu enemigo. Bórrame de tu lista y cuídate de otros.
Éste es mi punto final.
Te deseo éxito en tu nueva vida, y, bienvenido al club de los ex gobernadores.
Atentamente.
PD. Alguna vez te dije que con frecuencia, en política, el mensaje es
el mensajero. Al no aceptar a nadie más que a mi propio hijo Pablo como
mi único representante, te envié también un mensaje: viene de lejos como
lejos llegará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aqui puedes dejar tu comentario, para que abonemos a mejores estadios de vida.